HIPOCRESÍA MAQUILLADA.
En el mundo del cine es bastante frecuente la adaptación de obras literarias de grandes autores al lenguaje cinematográfico. Algunas de ellas resultan demasiado complejas por el estilo de la obras literaria base y, muchas veces, esto determina que los filmes no logren la potencia de la novela original. Solo a modo de ejemplo puedo mencionar "Circe" (Manuel Antìn 1964) o "A puerta cerrada" (Pedro Escudero (1962).
Como contra cara de lo antedicho hay un grupo de dramaturgos que tienen una pluma mucho mas visual; sin dudas el primer lugar en este grupo lo ocupa Manuel Puig.
En este artículo me encargaré de adentrarme en dos figuras: el propio Puig y Torre Nilsson; quienes cuentan con asombrosos puntos en común en su quehacer artístico y para ello haré foco en el análisis de "Boquitas Pintadas" (1974).
El primer indicador de regularidades entre ambos lo podemos encontrar en sus propias manifestaciones en diversas entrevistas. Mientras Babsy confesó que su deseo era haber sido escritor; Puig intentó iniciarse en el arte como cineasta con un proyecto que nunca llegó a terminarse y que clausuró definitivamente la experiencia en ese rol. Quizás esta coincidencia se la base para explicar la marcada influencia que existe en uno por el arte del otro.
Indudablemente ambos son profundos rupturistas y así como Puig propone una revolución en la narrativa, Torre Nilsson lo hace con el cine.
La unión de estos dos transgresores se va a materializar en la película a la que hice referencia y que fue, a nivel premios internacionales, la consagración de Torre Nilsson: "Concha de Plata" ,"Palma de oro de escritores" y "Premio mayor de los escritores cinematográficos" todo en el Festival de San Sebastian.
La adaptación cinematográfica es considerada la mejor de toda la obra de Manuel Puig, incluso al día de hoy.
La historia, que tiene mucho de autobiográfica, se sitúa en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
Ideada por Manuel Puig como un folletín de dieciséis entregas, narra la historia de un donjuán pueblerino, Juan Carlos Etchepare (Alfredo Alcón) con un trío de mujeres: Nené una humilde vendedora de tienda que está verdaderamente enamorada (Martha González), Mabel, una chica con pretensiones de alta sociedad y que es tan infiel como el protagonista (Luisina Brando) y la viuda Di Carlo, señalada en el pueblo por no cumplir dignamente con su rol de viuda (Cipe Lincovsky).
El protagonista debe internarse en Córdoba por haber contraído tuberculosis y este será el hecho catalizador para una exposición de relaciones humanas y una interpelación entre los vínculos nacidos del deseo y los lazos afectivos.
La historia central se entrecruza con otras, tan potentes e interesantes como esta: la de: la hermana de Juan Carlos, una solterona profundamente resentida , la de Pancho y Rabadilla llena de una violencia de género en sus diferentes manifestaciones.
Torre Nilsson desarrolla la historia a partir que Nené, una mujer casada, que recibe la noticia de la muerte de Juan Carlos, su antiguo novio. A partir de ello, mediante una abundante utilización de flasbacks reconstruye la historia de los protagonistas y de otros personajes de su pasado, tan inmersos en la doble moral pueblerina como laa misma Nené.
Si uno quisiera mencionar el gran leitmotiv de la película sería la nostalgia por el amor pasado; propio de una propuesta folletinesca.
Pero haciendo una mirada más integral y profunda encontramos que la trama está atravesada por un tema mucho más relevante y orgánico: la hipocresía pueblerina llena de ; represiones sexuales, amores frustrados, odios, mentiras, envidia, pasiones descontroladas y violencia.
Uno de los elementos más destacables de la propuesta de Nilsson es que la película no es una simple adaptación de la obra de Puig; ya que es tal el rigor narrativo plasmado que se constituye en una traducción del libro en imágenes. No remite a la novela, como suele hacerse, sino que nos hace re leerla en imágenes.
Esta característica es la que permite al Director introducir en la propuesta fílmica micro textos como: letras de canciones, cartas, artículos periodísticos, etc y que su utilización no se sienta como extraña sino como parte esencial y constituyente de la historia.
El cine siempre está presente en la vida de los personajes a través de innumerables referencias en los diálogos donde recuerdan películas o leen carteleras de estrenos.
El cine, por ejemplo será la gran distracción para Nené durante su luna de miel; pero también será el indicador de la monotonía de una convivencia sin amor ya que a ella no le gustan las películas trágicas que mira su esposo porque " para eso está el mundo".
La Raba, el personaje más marcadamente marginal de la historia, (Leonor Manso) siempre recuerda una película donde un abogado se enamora de la mucama; dando cuenta con ello de su deseo de acceder a una promoción social, por medio de la adscripción a un estado civil, que le permita huir de un mundo de privaciones y humillaciones.
Esta incidencia de lo cinematográfico en la vida de los personajes nos muestra la existencia de una realidad paralela que se termina de reafirmar con el rol que ocupa la radio para ellos.
El subtexto fundamental que propone la historia, tanto en la novela como en la película, es la denuncia al poder patriarcal desde una exploración profunda de la subjetividad femenina.
Subjetividad que se expresa a través de la escritura y lectura de cartas donde siempre la voz es de mujeres que denuncian, o al menos manifiestan, ese "status quo" patriarcal y machista que las condena a ser víctimas de los engaños y el egoísmo masculino.
Este subtexto, al que hice referencia, es expresado con lente de aumento en el personaje de "La Raba" desde su rol de mujer explotada económica y sexualmente. Víctima de una violencia simbólica de doble raíz: ser mujer y ser pobre. La Raba, desde toda su precariedad que la lleva a asesinar al hombre que estafó sus sentimientos, establece una verdadera denuncia para con la actitud que una sociedad falocéntrica tiene para con los sentimientos y el cuerpo de la mujer.
La propuesta de Torre Nilsson es absolutamente realista. Para lo cual utiliza, como en toda su filmografía, magistralmente todas las oportunidades que pueden darle: la ambientación, el vestuario, la banda sonora y una impecable dirección de actores que logra interpretaciones de antología.
La escena final no puede ser más cinematográfica al tomar la imagen de las viejas cartas de amor entre Juan Carlos y Nené, una vez que ambos han fallecido, mientras se queman en un incinerador.
Cartas que se consumen en el fuego de una pasión que ya no existe porque quienes la gozaron y sufrieron ya han dejado este plano y esas palabras volcadas en un papel adquieren una importancia igual a cero para quienes los sobreviven.
Al iniciar este artículo mencioné que entre Puig y Torre Nilsson existen marcadas similitudes. Esto no debería ser extraño para nadie; ya que ambos siempre cuestionaron la realidad argentina para develar la hipocresía y la decadencia inherente a las clases sociales de su tiempo.
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