SOFFICI:
LA CÁMARA IMPREGNADA POR LOS OJOS DE LA CALLE.
En la primera década del cine sonoro argentino se lleva a cabo un proceso
que va desde una preeminencia de la imagen fotográfica y, en función de
ella contenidos argumentales por demás endebles
a la producción, dentro de una diversidad notable de géneros,de envíos donde el peso argumental,
paulatinamente va ganando protagonismo hasta convertir al cine en un verdadero
testigo de su época; unas veces
apuntando a cuestiones más profundas sin perder el costumbrismo propio de las
distintas clases sociales en las que se enmarcaban las comedias más livianas
y otras dotando de una profundidad importante a historias que intentaban retratar la vida
urbana y rural de los grupos más vulnerables.
Sin lugar a dudas en esta obsesión por retratar la vida rural y de las
masas suburbanas el director que logrará destacarse por excelencia es Mario
Soffici.
MARIO SOFFICI |
Nacido en Italia en 1900, llega como inmigrante a Argentina con 9 años de
edad, radicándose en Mendoza, donde cursa pocos años de escolaridad
encontrándolo a los 12 años ya inserto en el mundo del trabajo rural.
Seguramente en esta historia de vida
resida la causa fundamental de haber definido un estilo propio en la
cinematografía que lo instala como el pionero de la denuncia social
cinematográfica.
Un verdadero autodidacta que alguna vez se definió, como cineasta, de la
siguiente manera: “Estudio en la calle (lo que equivale a decir en la naturaleza).
La técnica se perfecciona en la calle y se pone en práctica en el «set». En el
cine argentino hemos llegado al momento de empezar a dar contenido y que las
películas no sean solamente forma, imagen fotográfica, movimiento de cámara y
música. El cine argentino se salvará con contenido y personalidad. Es la voz de
orden. ¡Y que nos dejemos de efectos fotográficos!”.
Citando a Miguel
Grinberg, en su libro Mario Soffici (Centro Editor de América Latina, 1993):
“Además de observar, registraba todo como una máquina de fotos (que no tenía ni
conocía) intuyendo que todo eso era importante. No se equivocaba, ya que sería
la argamasa de lo que alguna vez plasmaría en sus películas. Ni imaginaba
entonces que un invento de los hermanos Lumière en Francia sería un día la
fuerza motriz de su ser y estar en el mundo”.
Al cumplir 15
años descubre el mundo circense,
debutando un año después en él como, prestidigitador e ilusionista. Mientras,
paulatinamente, ingresa al mundo del teatro como actor. Esta profesión lo lleva
en gira por España, donde conoce al mítico “Negro”
Ferreyra tomando ambos contacto con el cine sonoro y dedicándose al
aprendizaje de esta nueva técnica con el objetivo de comenzar a filmar a su
regreso al país.
De regreso, Soffici actuó bajo la dirección del
Negro Ferreyra en “Muñequitas porteñas”
(1931) y luego con Enrique Larreta en “El
linyera” (1933).
Cuando Ferreyra lo convocó para otra película, Soffici le
dijo que no le interesaba ser actor, sino director y le propuso aceptar el papel
sin cobrarle: a cambio de que le diera lecciones de dirección.
De ese modo, Soffici comenzó a estudiar cine
desde el punto de vista técnico, convirtiéndose en un director cuyas
principales características fueron la minuciosidad y la obsesión a la hora de
filmar. Esto, que en un primer nivel de análisis podría definirse como rigor cinematográfico
era algo más que eso ya que lo guiaba la voluntad de indagar en los temas
nacionales con un gran respeto hacia los valores culturales, evitando fáciles esquematismos;
algo que ya está presente en sus primeras creaciones:“ Viento Norte” (1937), un drama rural sobre los conflictos
sociales y humanos del peón de campo y en “Kilómetro
111” (1938), donde aborda la explotación que ejercían los intermediarios acopiadores
sobre los agricultores, en el marco colonial del manejo de los ferrocarriles
nacionales..
Todas estas
características terminarán de definirse como sello personal en, lo que se puede
considerar como el filme que da origen al cine
social: “Prisioneros de la tierra” (1939), “una abierta denuncia de la
explotación inhumana en los yerbatales, a la cual se incorpora la propia
naturaleza como una protagonista más del drama”, dice el estudioso Octavio
Getino, en su libro Cine Argentino, entre lo posible y lo deseable.
Mario Soffici
dirigió 40 películas y también trabajó como actor y como supervisor en algunas
películas de Argentina Sono Film. Entre las que se destacan, además de las ya mencionadas: “Héroes sin fama” (1940), “Tres hombres del río” (1943), “Celos” (1946), “El extraño caso del hombre y la bestia” (1950), “Barrio gris”(1954) y “Rosaura a las diez” (1957).
A lo largo de
su extensa carrera dirigió, entre otros, a: Libertad Lamraque Enrique Muiño, Ángel Magaña,
Francisco Petrone, Floren Delbene, Eva Duarte, Hugo del Carril, Armando Bo,
Aída Luz, Pedro López Lagar, Santiago Gómez Cou, Olga Zubarry, Carlos Thompson,
Guillermo Battaglia, Tita Merello.
LIBERTAD LAMARQUE Y EVA DUARTE "LA CABALGATA DEL CIRCO" |
En 1973, con
el retorno transitorio de la democracia, el presidente peronista Héctor José Cámpora designó a Hugo del Carril y a Mario Soffici para
dirigir el Instituto Nacional de
Cinematografía. Durante su breve gestión el Instituto desarrolló una
importante tarea para revitalizar el cine nacional, prácticamente destruido por
las dictaduras militares de Juan Carlos Onganía y Alejandro Agustín Lanusse. Se
elaboró un proyecto de Ley de Cine que
fomentaba la producción nacional y apuntaba a reconquistar los mercados
hispanoparlantes, se preveía la producción
regionalizada, la capacitación de los técnicos y estudiantes en circuitos de exhibición en Latinoamérica. En
1974 decidió también la abolición de la censura, tanto en la producción
nacional como extranjera.
Durante su
gestión se incrementó la producción nacional: 39 películas en 1973 y 40 en 1974
iniciando la preproducción de
grandes películas del período como “La
Patagonia rebelde” de Héctor Olivera, “Quebracho”
de Ricardo Wüllicher, “La Raulito”
de Lautaro Murúa y “La tregua” de
Sergio Renán, que competiría por el Oscar a mejor película extranjera.
Pero todo
este clima de libertad y creatividad se terminó al asumir la presidencia María Estela Martínez de Perón y
comenzar los tiempos del recalcitrante
anticomunismo de José López Rega. En
ese marco, Soffici se enteró que había dejado de ser director del Instituto
Nacional de Cinematografía a través de la prensa.
Falleció el 10 de mayo de 1977, a los 76 años.
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