ALIENACIÓN
LABORAL Y REBELDÍA.
El tópico sobre la alienación
laboral es un contenido presente, de manera recurrente, en la producción
cinematográfica mundial. Ya Chaplin
lo materializó de manera impecable, al plantear una analogía con un corral de gallinas, en la inmortal “Tiempos Modernos” de 1936. El tema
adquirirá ribetes lindantes con la fatalidad en la magnífica creación de Clouzot
: “El salario del miedo” de 1953.
Nuestra filmografía no fue la excepción, a la hora de dar
tratamiento a ésta característica devastadora de la sociedad post industrial,
abordándola en varios filmes con mayores o menores aciertos.
Haciendo un simple ejercicio analítico sobre los cineastas
argentinos que pudieran abordar esta problemática no resulta extraño ubicar, en
esa potencial nómina de creadores a Hugo Fregonese quien planteará el contenido con un sello
propio; utilizando la forma del policial para asignar una visión políticamente
siniestra y mordaz sobre el trabajo humano.
“Apenas
un delincuente” de 1949,
será el envío a través del cual Fregonese materializará su cosmovisión sobre la
alienación laboral y, en cierto modo, los actos de rebeldía inútiles que pueden
ser llevados adelante por un inconformista , cuyas acciones parecieran
perfectamente encuadrables en las
teorías sociológicas de la oportunidad.
Es verdad que la película parte de una premisa simple sobre la inconveniencia de universalizar los
desalmados efectos del trabajo y para
ello Fregonese recurre a un planteo argumental desde la primera escena de la
película .El recurso utilizado es una simple voz en off que nos presenta
el hecho como un caso ejemplar de la deshumanización laboral.
Con un tono por demás moralizante la película nos enuncia
cómo un hombre, cualquiera, se
metamorfosea en una rata antes que la singularidad propia del protagonista José
Morán. Podría ser él como otra persona.
No menos importante es la escena inicial que le añade una
maravillosa secuencia que actúa como
verdadera radiografía la prisa de la
ciudad. Esta escena cumple una doble función:
primero al anticipar el final y
luego al brindar la causa de la acción
ubicándola en una especie germen urbano que irá proliferando en Morán.
Detalles de bocinas, planos aberrados (cámara en 45
grados que se utiliza para mostrar la inestabilidad) , planos cenitales (juego
donde la cámara se encuentra perpendicular al suelo y la imagen obtenida ofrece
un campo de visión orientado de arriba para abajo y que se utiliza para mostrar
la asfixia y el agobio). Con estos recursos, Fregonese, materializa la prisa y
el desenfreno que persiste con la cámara en movimiento que sigue al protagonista.
Si bien el juego inicial de cámaras parece disponernos a
ser parte, como espectadores, de un
travelling in narrativo al pasar de un plano generalísimo de la ciudad que
culmina en el protagonista, el
desarrollo de la historia constituye lo opuesto: un travelling out simbólico cuyas dimensiones sociológicas nos
conducen de la singularidad del
personaje a una visión más genérica de la sociedad.
“Apenas
un delincuente” no es una verdadera crítica al capitalismo ni al mundo laboral ya
que los antagonistas no son las trabas
burocráticas, los conflictos sindicales, la corrupción o el abuso jerárquico de
los patrones/jefes. La película protagonizada por Jorge Salcedo es un policial y sus condiciones laborales solo son el
desencadenante que contextualiza el devenir de José Morán.
Técnicamente hablando la introducción es magnífica, llena de
simbologías y ritmo.. Tras sucesivos planos del gentío aparece por fin José
Morán, a quien la cámara lo acompaña durante su andar presuroso. Pero Morán es el
elegido, Fregonese lo selecciona por entre el tumulto audiovisual y congela la
imagen. El procedimiento, para mostrar esa elección, es detener la imagen para introducir un flashback. Con el
congelamiento de la imagen en el plano sonoro solo es audible la voz en off:: «veamos a uno de ellos, es José Morán,
tiene 28 años y es el más impaciente de todos, por su cuidada elegancia no
parece un modesto empleado de 250 pesos mensuales». José Morán, un
malherido más en la epidemia de la optimización capitalista, víctima inconformista
de la impasibilidad del tiempo, de
pronto, contra su lógica, es momificado mediante la fijación de una fotografía.
Con este juego fotográfico el final ya
fue revelado y nos introduce de pleno en la historia: «Entremos en su vida. Para él, el dinero lo es todo, la llave maestra
que le abrirá la puerta de todos sus sueños». El plano de José en el centro
de la mesa jugando a las cartas re encuadrado por la referencia de dos hombres
de sobretodo solo es interrumpido por su antagonista simbólico: el plano detalle de un reloj.
Suele decirse que Apenas un delincuente fue
la última película que le abre su camino
en Hollywood debido a la utilización que hace de un expresionismo lumínico propio del cine negro
hollywoodense. Fregonese se preocupa por
hacer de la profundidad de campo (todos
los niveles del plano desde el más cercano al más lejano están en foco) y
los planos contrapicados una marca
de estilo que determina el tono del film, cada una de estas herramientas opera
en el sentido mismo de cada escena. Los planos generalísimos en la cárcel y los
contrapicados en interiores son elementos constitutivos de la poética de
Fregonese. Según la escena, el plano o el punto en el que esté transitando el
metraje, el espacio aplasta, empequeñece o sofoca a Morán.
Dos escenas durante la primera mitad del film traducen la
esencia de la película. La primera,
que implica el primer punto de giro de guion, que es cuando Morán decide
cometer la estafa. Vemos al jefe en su despacho hablando por teléfono y a Morán
ingresar y posicionarse a su lado para que le firme los cheques, el cual éste
hace sin darle importancia. Este plano conjunto en contrapicado solo es interrumpido por un plano detalle que es
cuando Morán le ofrece el cheque “maldito” para volver al plano conjunto, un poco más cerrado y más contrapicado, donde el
jefe cuelga la llamada. Este duda un segundo, la música se intensifica y en el
mismo plano detalle del cheque estampa la firma. Acto seguido un plano general de la oficina da respiro al
espacio y al espectador. Morán sale de la oficina y se acerca a su
escritorio. La intensidad dramática de esta escena es superlativa justamente
porque Fregonese no masacró la escena en
múltiples planos sino tan solo fue progresivamente encerrándonos en el círculo
dramático de la escena.
La otra escena también es un alarde de la sobriedad en la
puesta en escena. Con Morán ya en la cárcel vemos a su hermano que desde el
balcón de su casa observa a un tren que
desplaza a izquierda de cuadro. La cámara panea con el movimiento y
mientras este se pierde en el fondo del cuadro queda en el centro de la imagen
un potrero donde unos chicos juegan al futbol.. Unos movimientos ondulantes
empiezan a deformar la imagen y en el mismo sector donde está la cancha ahora
hay una calesita pero el tren continúa pasando por detrás. Tras una hermosa
escena donde vemos a José, sus dos hermanos y a su padre de niños y
vislumbramos el egoísmo prepotente del
protagonista, Fregonese vuelve a introducir el plano. Nuevamente un tren
aparece por detrás de la calesita pero desplazándose
esta vez hacia derecha y vuelve incorporar la deformación de la imagen para
volver al potrero. El plano es otro pero el tren está ahí para unirlos y
volver a panear a derecha cerrando la circularidad de la secuencia. La
inteligencia para narrar un acontecimiento del pasado empleando herramientas
formales es magistral.
Fregonese es un cineasta que para arribar a la
intensificación dramática de una escena construye un soporte propicio para esto
trabajando el ritmo. Cada escena está compuesta con una conciencia plena en el
tiempo de cada plano, los tamaños de los mismos, sus movimientos internos y en
el plano sonoro la pertinencia de del acento musical y la excelente modulación
de la voz en off.
Apenas un delincuente es
un prodigio narrativo que potencia un guion que sabe eludir con elegancia todos
los clichés del género. La sordidez atmosférica se sostiene en el verosímil de un personaje que se
enfrenta constantemente con grandes dilemas pero que actúa con la consecuencia
propia del porteño arribista. Y como es propio del género el relato confluye
ascendentemente al clímax siendo este resuelto con la suficiencia formal que la
película requiere. Morán inconsciente en el suelo mientras el dinero se
incinera a su lado es un plano que influye tanto en el plano cognitivo como en el perceptivo
e incluso, quizás el más influyente, en el plano
ideológico.
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