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APENAS UN DELINCUENTE

ALIENACIÓN LABORAL Y REBELDÍA.

El tópico sobre la alienación laboral es un contenido presente, de manera recurrente, en la producción cinematográfica mundial. Ya Chaplin lo materializó de manera impecable, al plantear una analogía con  un corral de gallinas, en la inmortal “Tiempos Modernos” de 1936. El tema adquirirá ribetes lindantes con la fatalidad en la magnífica creación de  Clouzot : “El salario del miedo” de 1953.
Nuestra filmografía no fue la excepción, a la hora de dar tratamiento a ésta característica devastadora de la sociedad post industrial, abordándola en varios filmes con mayores o menores aciertos.
Haciendo un simple ejercicio analítico sobre los cineastas argentinos que pudieran abordar esta problemática no resulta extraño ubicar, en esa potencial nómina de creadores  a Hugo Fregonese  quien planteará el contenido con un sello propio;  utilizando  la forma del policial  para asignar una visión políticamente siniestra y mordaz sobre el trabajo humano.
“Apenas un delincuente” de 1949, será el envío a través del cual Fregonese materializará su cosmovisión sobre la alienación laboral y, en cierto modo, los actos de rebeldía inútiles que pueden ser llevados adelante  por un  inconformista , cuyas acciones parecieran perfectamente encuadrables en las teorías sociológicas de la oportunidad.

Apenas un delincuente (1949) - Filmaffinity
La película marca el debut protagónico de Jorge Salcedo, en la piel del José Morán, un simple empleado administrativo, de los que abundan en las grandes  ciudades, con dejos de arribismo y una, casi insoportable, sensación de desasosiego y frustración. El protagonista decide  relegar seis años de libertad por cometer una estafa a cambio de la cual  obtendrá, una vez cumplida la pena,   una  fortuna que jamás podría acumular en toda su vida productivamente activa.. Al tomar conocimiento que no existe, para la ley, una relación directa entre el monto defraudado y los años de condena  se apropia de una suma  que le costaría 166 años conseguir trabajando, debido a la invariabilidad de su salario.

Apenas un delincuente (Hugo Fregonese) | Cine maldito


Es verdad que la película parte de una premisa simple  sobre la inconveniencia de universalizar los desalmados efectos del trabajo  y para ello Fregonese recurre a un planteo argumental desde la primera escena de la película .El recurso utilizado es una simple voz en off que  nos presenta el hecho  como un caso ejemplar de la deshumanización laboral.
Con un tono por demás moralizante la película nos enuncia cómo un hombre, cualquiera,  se metamorfosea en una rata antes que la singularidad propia del protagonista José Morán. Podría ser él como otra persona.
No menos importante es la escena inicial que le añade una  maravillosa secuencia que actúa como verdadera  radiografía la prisa de la ciudad. Esta escena cumple una doble función:  primero al anticipar  el final y luego al brindar la causa de la acción  ubicándola en una especie germen urbano que irá proliferando en Morán.
Detalles de bocinas, planos aberrados (cámara en 45 grados que se utiliza para mostrar la inestabilidad) , planos cenitales (juego donde la cámara se encuentra perpendicular al suelo y la imagen obtenida ofrece un campo de visión orientado de arriba para abajo y que se utiliza para mostrar la asfixia y el agobio). Con estos recursos, Fregonese, materializa la prisa y el desenfreno que persiste con la cámara en movimiento que sigue al protagonista.
Si bien el juego inicial de cámaras parece disponernos a ser parte, como espectadores, de un travelling in narrativo al pasar de un plano generalísimo de la ciudad que culmina  en el protagonista, el desarrollo de la historia constituye lo opuesto: un travelling out simbólico cuyas dimensiones sociológicas nos conducen de la singularidad del personaje a una visión más genérica de la sociedad.
“Apenas un delincuente” no es una verdadera  crítica al capitalismo ni al mundo laboral ya que los  antagonistas no son las trabas burocráticas, los conflictos sindicales, la corrupción o el abuso jerárquico de los patrones/jefes. La película protagonizada por Jorge Salcedo es un policial y sus condiciones laborales solo son el desencadenante que contextualiza el devenir de José Morán.
Técnicamente hablando  la introducción es magnífica, llena de simbologías y ritmo.. Tras sucesivos planos del gentío aparece por fin José Morán, a quien la cámara lo acompaña durante su andar presuroso. Pero Morán es el elegido, Fregonese lo selecciona por entre el tumulto audiovisual y congela la imagen. El procedimiento, para mostrar esa elección, es  detener la imagen para introducir un flashback.  Con  el congelamiento de la imagen en el plano sonoro solo es audible la voz en off:: «veamos a uno de ellos, es José Morán, tiene 28 años y es el más impaciente de todos, por su cuidada elegancia no parece un modesto empleado de 250 pesos mensuales». José Morán, un malherido más en la epidemia de la optimización capitalista, víctima inconformista  de la impasibilidad del tiempo, de pronto, contra su lógica, es momificado mediante la fijación de una fotografía. Con este juego fotográfico  el final ya fue revelado y nos introduce de pleno en la historia: «Entremos en su vida. Para él, el dinero lo es todo, la llave maestra que le abrirá la puerta de todos sus sueños». El plano de José en el centro de la mesa jugando a las cartas re encuadrado por la referencia de dos hombres de sobretodo solo es interrumpido por su antagonista simbólico: el plano detalle de un reloj.
Apenas un Delincuente (1949) ["Filmoteca, temas de cine" - 2018 ...

Suele decirse que Apenas un delincuente fue la  última película que le abre su camino en Hollywood debido a la utilización que hace de un  expresionismo lumínico propio del cine negro hollywoodense.  Fregonese se preocupa por hacer de la profundidad de campo (todos los niveles del plano desde el más cercano al más lejano están en foco)  y los planos contrapicados una marca de estilo que determina el tono del film, cada una de estas herramientas opera en el sentido mismo de cada escena. Los planos generalísimos en la cárcel y los contrapicados en interiores son elementos constitutivos de la poética de Fregonese. Según la escena, el plano o el punto en el que esté transitando el metraje, el espacio aplasta, empequeñece o sofoca a Morán.

Dos escenas durante la primera mitad del film traducen la esencia de la película. La primera, que implica el primer punto de giro de guion, que es cuando Morán decide cometer la estafa. Vemos al jefe en su despacho hablando por teléfono y a Morán ingresar y posicionarse a su lado para que le firme los cheques, el cual éste hace sin darle importancia. Este plano conjunto en contrapicado solo es interrumpido por un plano detalle que es cuando Morán le ofrece el cheque “maldito” para volver al plano conjunto, un poco más cerrado y más contrapicado, donde el jefe cuelga la llamada. Este duda un segundo, la música se intensifica y en el mismo plano detalle del cheque estampa la firma. Acto seguido un plano general de la oficina da respiro al espacio y al espectador. Morán sale de la oficina y se acerca a su escritorio. La intensidad dramática de esta escena es superlativa justamente porque  Fregonese no masacró la escena en múltiples planos sino tan solo fue progresivamente encerrándonos en el círculo dramático de la escena.
La otra escena también es un alarde de la sobriedad en la puesta en escena. Con Morán ya en la cárcel vemos a su hermano que desde el balcón de su casa observa a un tren que desplaza a izquierda de cuadro. La cámara panea con el movimiento y mientras este se pierde en el fondo del cuadro queda en el centro de la imagen un potrero donde unos chicos juegan al futbol.. Unos movimientos ondulantes empiezan a deformar la imagen y en el mismo sector donde está la cancha ahora hay una calesita pero el tren continúa pasando por detrás. Tras una hermosa escena donde vemos a José, sus dos hermanos y a su padre de niños y vislumbramos el egoísmo prepotente del protagonista, Fregonese vuelve a introducir el plano. Nuevamente un tren aparece por detrás de la calesita pero desplazándose esta vez hacia derecha y vuelve incorporar la deformación de la imagen para volver al potrero. El plano es otro pero el tren está ahí para unirlos y volver a panear a derecha cerrando la circularidad de la secuencia. La inteligencia para narrar un acontecimiento del pasado empleando herramientas formales es magistral.
Fregonese es un cineasta que para arribar a la intensificación dramática de una escena construye un soporte propicio para esto trabajando el ritmo. Cada escena está compuesta con una conciencia plena en el tiempo de cada plano, los tamaños de los mismos, sus movimientos internos y en el plano sonoro la pertinencia de del acento musical y la excelente modulación de la voz en off.
Apenas un delincuente es un prodigio narrativo que potencia un guion que sabe eludir con elegancia todos los clichés del género. La sordidez atmosférica se sostiene en el verosímil de un personaje que se enfrenta constantemente con grandes dilemas pero que actúa con la consecuencia propia del porteño arribista. Y como es propio del género el relato confluye ascendentemente al clímax siendo este resuelto con la suficiencia formal que la película requiere. Morán inconsciente en el suelo mientras el dinero se incinera a su lado es un plano que influye tanto en el plano cognitivo como en el perceptivo e incluso, quizás el más influyente, en el plano ideológico.




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