Continuando con los "atrevimientos cinematográficos de Daniel Tinayre; dedicaré este artículo a una película de 1964, "Extraña Ternura" con guión de Eduardo Borrás sobre la novela de Guy des Cars.
Con un triángulo protagónico compuesto por José Cibrián (Andrés Forval), Egle Martin ( Olga) y Norberto Suárez (Fabián). Completan en el elenco: Luis Tasca, Dorys del Valle y Duilio Marzio.
El nudo problemático que aborda la historia, a simple vista, está conformado por los acontencimientos que derivan del suicidio de un joven perteneciente a la aristocracia porteña. Aunque en realidad Tinayre se valdrá de la homosexualidad para el desarrollo de una trama policial.
El argumento nos muestra a un escritor (Andrés Forval) que busca una actriz desconocida para lanzarla como protagonista de su próxima pieza teatral.
En esa búsqueda, por recomendaciones de conocidos, llegará a un cabaret de La Boca a fin de considerar la performance de la estrella del lugar, Olga. La noche que, finalmente, concurre al cabaret lo hará acompañado por algunos amigos y un joven de 19 años, con quien existiría un parentesco de ahijado, Fabián.
Mientras asisten al número de Olga, la cámara toma algunos primeros planos de los protagonistas masculinos que dan cuenta del deslumbramiento de Fabián por Olga y una molestia, solo compatible con celos,por parte de Forval.
Ya en la mansión en la que padrino y ahijado conviven, solo con la presencia de un mayordomo, se lleva a cabo una escena por demás interesante por la carga sugerida de homoerotismo. Fabián es tomado por la cámara con su torso desnudo mientras el padrino lo mira y mientras lo acosa con preguntas sobre sus sentimientos para con Olga y si tuvo relaciones sexuales con mujeres; y confiesa su miedo a perderlo.
En el transcurso del diálogo se puede ver el desprecio de Forval por esta mujer que podía llegar a alejar a Fabián de su lado: "Es natural que te pase una cosa así aunque sea una mujer tan vulgar"
Los celos desmedidos de Forval, solo entendibles en el marco de una pareja tóxica y posesiva, lo llevan a idear un plan para comprobar si entre Fabián y Olga existe algún tipo de contacto.
Según este plan el escritor manifiesta a su ahijado que le realizará una prueba a Olga para definir si será la actriz de la obra que piensa estrenar. Y que para ello ya ha terminado de escribir una escena que la mujer deberá pasar junto a un actor. Acto seguido se ausenta de la casa y Fabián, que siente una pasión, propia de un adolescente, por esta mujer cae en la trampa y copia la escena para que ella tenga tiempo de ensayarla previamente.
Forval comprueba sus sospechas y desde allí se potenciará una reacción casi química donde a mayor apasionamiento de Fabián por Olga mayores serán los celos del dramaturgo.
A este panorama, ya de por si complejo, se suma una complicación extra cuando el marido de Olga descubre la relación amorosa que existe entre ellos.
En este contexto Fabián abandona la casa y desaparece.
Forval acusa a Olga y su marido de haber matado a Fabián y la policía los detiene bajo el cargo de homicidio.
La aparición del cadáver de Fabián termina con las sospechas. En la resolución del tema de la muerte del protagonista tendrá un peso central la figura del mayordomo, que terminará develando el misterio que rodea a la desaparición de Fabian. En realidad el joven huye a toda velocidad en automóvil escapando de una decepción en matriz doble, por un lado Olga lo ha abandonado y, por el otro, el acoso de Forval que ya resulta insoportable para el muchacho. En esa huida desesperada la puerta del coche se abre y Fabian cae muriendo en el acto.
No hay escenas de contacto corporal entre ahijado y padrino. Ese contacto corporal, propio de una relación sexual, es reemplazado por un conjunto de celos, regalos y cuidados de Forval y una escena de discusión propia de una pareja: "Fabián, no te vayas Fabián (...) No te vayas" implora a los gritos un desesperado Andrés Forval.
Justamente ese tratamiento excesivamente sugerido de lo homoerótico queda claro en el clima de sospechas permanentes que se filtran en los parlamentos y como esas sospechas, en el momento de crisis, alcanzan un status de acusación:
"Así que te gustan las mujeres también" le dirá el marido de Olga a Fabián mientras lo golpea o el parlamento de Olga al defenderse de la acusación de homicidio, "Loco, usted está loco por ese chico. Vaya a la policía y cuente también quien es usted"
La película, como bien cultural finalizado, cuenta con varios aspectos que hubieran merecido un tratamiento más profundo ya que si bien el director no ahonda en los guiones intrapsíquicos de los personales logra un interesante acople entre dos guiones culturales referidos al amor. Un amor heterosexual en el que un joven burgués es seducido por una mujer fatal y el amor homosexual donde un hombre mayor se relaciona con un joven al que protege.
Este último guión, que hoy puede parecer desactualizado, se corresponde con una difusión muy extendida de la época donde las relaciones homosexuales se prensaban en clave de perversión y esas duplas ficticias de padrino/ahijado o tio/sobrino eran utilizadas para referirse, sin nombrarlo, a lo homoerótico.
Esos términos de parentesco funcionan como forma de nombrar una relación que de otra manera sería conceptualizada como corrupción de menores.
Quizás lo más profundo de la propuesta de "Extraña Ternura" tenga que ver con el planteo de vínculos amorosos con diferencias establecidas en base a categorías etarias y de clase social.
Estas diferencias son articuladas por Tinayre en ambas relaciones ya que en la pareja heterosexual el varón pierde la supremacía generacional pero mantiene la de clase y en la relación homosexual quien ocupa el rol dominante en una categoría también lo hace en la otra .
La película cuenta con una excelente banda sonora compuesta por Astor Piazzolla que, sin embargo, desde el exceso de canciones fragmenta el relato. Aunque también permite ocultar contradicciones y reiteraciones narrativas.
Sin mencionarlo Daniel Tinayre cita otro amor; "una ternura menos extraña" donde se encuentren dos iguales en términos generacionales y sociales, pero separados por una cuestión de género.
En este sentido "Extraña Ternura" debe ser leída en clave de representaciones sexo-genéricas binarias que refuerzan lo heteronormativo.
El filme cuenta con muy buenas actuaciones del trío protagónico que, en el caso de Fabián y Forval, no caen en los estereotipos burdos y en el caso de Egle Martin juega a la perfección el juego de la seducción sin caer en lo grosero. Eso, sumado a un buen manejo técnico del Director hubiera implicado que de haber tomado un riesgo mayor podría haber sido una propuesta superadora y no sólo una película aceptable.
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