Continuando con la figura de Leopoldo Torre Nilsson dedicaré algunas columnas de este blog al análisis de sus mejores creaciones (tarea por demás compleja ya que me enfrenta con la dificultad de armar una categoría que corre el riesgo de ser demasiado subjetiva).
El primer filme elegido es "La mano en la trampa" estrenada en 1961. Sobre una adaptación propia de la novela homónima de Beatriz Guido.
Protagonizada por la actriz fetiche de esta etapa de Babsy, Elsa Daniel, quien podía jugar como nadie esa mezcla enigmática y con cierta perversión, de niña-mujer.
Secunda a la protagonista un elenco realmente extraordinario: Francisco Rabal, María Rosa Gallo, Berta Ortegoza, Hilda Suarez, Leonardo Favio.
La protagonista es Laura Lavigne quien, como todos los veranos vuelve una lúgubre casona /estancia familiar a pasar las vacaciones; ya que durante el año está pupila en un colegio de monjas .
Los ocupantes permanentes de la casa son: su madre y su tía, bordadoras de profesión que viven prácticamente confinadas. Para Laura, que ya ha crecido, este verano tiene un pronóstico distinto a los anteriores, el aburrimiento parece ser lo que le espera por delante. Sin embargo, por estar en ese tránsito de niña a mujer, su estadía la llevará a preguntarse sobre diversas cuestiones secretas de la familia que nunca habían sido de su interés.
Ella sabe, por el relato familiar, que en la habitación alta del segundo piso vive encerrado un hermano deforme de su madre,y que por lo mismo no puede acceder a esa parte de la casa. Nadie más que los miembros de la familia conocen de la existencia de esa especie de opa ya que "las desgracias no se exhiben".
Para Laura hay dos miembros de su familia desconocidos, este tío enfermo y su tía Inés, quien, luego de su casamiento con un millonario, Achával, fijó residencia en Estado Unidos sin regresar nunca a Argentina pero manteniendo un asiduo intercambio epistolar, con sus hermanas que han quedado en la casona familiar.
A poco de llegar a pasar sus vacaciones, Laura decide transgredir las normas familiares que le han impuesto desde niña e intentará ver con sus propios ojos al ser monstruoso de la habitación alta. Para ello contará con la ayuda de un muchacho que la pretende, Miguel.
Luego de una escena jugada por Laura en un pequeño montacargas y que conforma un verdadero travelling, en el cual no es necesaria la inclusión de una sola palabra, cumplirá con su objetivo de llegar a la famosa habitación.
Al abrir esa puerta comenzará a derrumbarse toda la trama de secretos familiares ya que en la habitación, efectivamente, hay un ser que vive recluido pero no es ningún deforme sino la tía Inés quien nunca estuvo en Estados Unidos ya que el millonario con quien iba a casarse la abandona previo al matrimonio. Ante este hecho Inés, con la complicidad de sus hermanas opta por quedarse encerrada para no asumir la vergüenza de haber sido abandonada por su prometido.
Este encuentro con Inés es la clave para desentrañar toda la trama de mentiras que sostiene la familia pero también se convierte en una especie de rito iniciático que marcará transformación de Laura de adolescente a mujer.
La joven urde un plan que la colocaría en un rol de vengadora de su tia. Para ello decide conocer a Achaval y seducirlo para poder conducirlo a la vieja casona y así enfrentarlo con Inés, creyendo que de ésta forma su tía podrá cerrar una etapa en la que ha quedado detenida.
Inicialmente el plan de Laura parece ir resolviéndose según lo diseñado por ella y consigue llevar a Achaval a la vieja casona donde enfrenta a los ex novios. En realidad más ajustado es decir que enfrenta a Inés con la causa de su encierro. Lo que no pudo prever Laura es que esa toma de conciencia de Inés alterará su zona de confort y la llevará a la muerte de manera súbita.
Su madre y la otra tía culparán de la muerte de Inés a Laura quien abandona la casa familiar y, sola en la capital, terminará viviendo con Achaval quien se convertirá en su amante.
Esta película es la que marca la culminación de una etapa, muy significativa en la filmografía de Babsy, en la que se inscriben "Graciela", "La casa del ángel" y "La caída". Etapa en la que podemos encontrar las siguientes regularidades: los argumentos son realiizados conjuntamente con, su esposa, Beatriz Guido, la presencia de una protagonista en la que se mezclan rasgos adultos e infantiles, como si hubiera un tránsito enloquecido entre los dos extremos. Sin dudas esta característica de las protagonistas, jugadas con marcada eficacia por Elsa Daniel; son la resultante de un combo explosivo en el que se entrecruzan: el peso de una formación represiva, la atracción irresistible por lo prohibido, una combinación entre curiosidad y aprensión ante todo lo relacionado con el placer que lleva a que las experiencias sexuales sean vivenciadas en clave de violación.
Si bien en todas las películas emergentes de la dupla Torre Nilsson /Guido el gran tema es la decadencia de la burguesía; en " La mano en la trampa" toma un cariz distinto al hacer foco más en las repercusiones personales e íntimas, de esa decadencia, que en lo social.
Laura vive la decadencia como una deformación monstruosa para la que no fue preparada y que, por otro lado, condiciona las respectivas percepciones de la realidad.
En la trama de "La mano en la trampa" el encierro es el gran protagonista, que es expresado por el director mediante la utilización de espacios agobiantes, decrépitos y el planteo de sucesos repetitivos que instalan una lógica casi de ritual. A ello se agrega el tratamiento expresionista de la iluminación, con exteriores luminosos e interiores sombríos que no persiguen otra finalidad que mostrar el alma de los personajes.
La estructura de la película se corresponde con la del relato clásico de terror ya que las consecuencias de la conducta irracional de Inés asumen aquí el rol de lo fantástico y sobrenatural; ya que si bien no es un monstruo propiamente dicho, asume en el relato familiar el rol de un deforme y se condena a transitar su vida como una presencia espectral. Como en todo relato clásico de terror se hallan presentes elementos propios del folclore fantasmal: ruidos misteriosos, túnicas largas blancas y negras, cortinas etereas y un flashback con el que se explica el origen de la vida espectral de Inés.
Esta misma lógica también se instala en Laura ya que antes de entregarse a Achaval es un personaje inocente que paulatinamente va superando sus temores. Es quien enfrenta a Inés con la causa de su vida espectral, hecho que no resultará liberador sino trágico y por ende la llevará a perder esa última inocencia infantil.
El final, que podría resultar previsible y ubicarse dentro de los cánones de un melodrama, es magníficamente resuelto por el director que incorpora en él lo sobrenatural ya que Laura llega al departamento de Achaval y los espejos le devuelven la imagen de del cuarto de Inés. Es decir le muestran que su condena será seguir el mismo camino que Inés pero con un encierro involuntario.






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